Consejo
1: “Estudiad, estudiad para que tengáis un futuro mejor”.
A día
de hoy te preguntas: “¿mejor que qué?”.
Al
menos, gracias a lo mucho que has estudiado eres consciente de la mierda que
vives. Sabes que vayas donde vayas te van a decir que estás “sobrecualificado”.
Y es verdad: por más grande que sea, la cadena McDonald ya ha superado el cupo
máximo de empleados licenciados a los que puede poner a freír hamburguesas.
Consejo
2: “Aprended idiomas; abre muchas puertas”.
Y
claro que las abre: ¡en el extranjero! Preguntádselo a Ordenada que está en
Alemania.
Por
más interesante y ventajoso que sea viajar, a nadie le gusta emigrar por el
motivo de moda: “por cojones”.
Ascender
en el curro y tener la posibilidad de ir a otro país debe de ser genial, pero
el ir con una mano delante y otra detrás a empezar de cero… Es otro cantar.
¿Qué empresa va a contratar a un emigrante español que chapurrea el
alemán/inglés/francés/italiano de la calle, que no tiene experiencia en el
sector y que llega sin referencias de empleos anteriores? ¡Ah, sí! ¡McDonald!
Consejo
3: “Especializaos, universitarios hay muchos, demostrad que sois los mejores en
algo, que nadie excepto vosotros puede hacerlo”.
Así
que nos metimos en cursos y posgrados y doctorados e historias varias que nos
transformaron en coloproctólogos,
graduados en estudios francófonos aplicados o humanistas con másters en
diplomacia y relaciones internacionales.
Pero
claro, nadie nos dijo que con los recortes en sanidad o educación y con el
cierre en banda del sector privado, lo de especializarte servía más bien para
pillarte los dedos. Nos especializamos tanto tanto, que solo valemos (por lo
visto) para realizar un puesto específico. Y claro, si con la carrera “a pelo”
ya estás sobrecualificado…
¿Cuál
es la moraleja? Estamos en ello, dadnos tiempo. Estar sobrecualificados, tiene
que servirnos de algo.
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