Nuestra
generación está muy familiarizada con el círculo vicioso: “Como no consigo un
trabajo no tengo experiencia. Como no tengo experiencia no consigo un trabajo”.
Aunque lo cierto es que, quien más quien menos, algo de experiencia tiene, porque nadie se ha
pasado toda su vida de brazos cruzados. Todos, en mayor o menor grado, hemos
currado alguna vez: durante los veranos, en campañas navideñas, meses sueltos,
unas prácticas… tanto en nuestras especialidades como en otros sectores.
El problema es
que nuestra experiencia nunca les parece suficiente a quienes ofertan los pocos
empleos que se ven por ahí hoy en día.
¿Cómo podemos
hacerles entender de una vez que no podemos tener más si son ellos los que no
nos contratan?
Por lo visto
no se puede…
Por eso, quizás
deberíamos enfatizar en otros puntos a nuestro favor que sean capaces de
minimizar los efectos de la falta de experiencia.
Ahí van algunos. Por ejemplo, como hemos
trabajado tan poco:
-Nuestras
ganas de hacerlo son inmensas. Estamos deseando firmar un contrato y, por eso,
nuestro entusiasmo es contagioso.
-Aún no
tenemos nociones suficientes como para valorar la forma de hacer las cosas. Es
decir, jamás criticaremos a una empresa por hacer las cosas así y no “asá”. Es
más, la empresa que nos acoja podrá moldearnos a su imagen y semejanza.
-Para poder
optar a un empleo hemos continuado formándonos sin descanso. Lo que significa
que acumulamos una ingente cantidad de conocimientos sobre nuestras áreas particulares
y sobre otras que nada tienen que ver… Estamos especializados al máximo, pero también
somos muy versátiles.
-No tenemos
ideas preconcebidas sobre el mercado, el sector, los competidores… Sino que
poseemos una visión mucho más abierta que nos permite llegar donde los grandes
expertos no alcanzan debido a sus perjuicios (fruto de su mucha experiencia).
-Estamos
deseando hacernos valer, lo que se traduce en mucha más entrega, compromiso,
dedicación y productividad por nuestra parte de las que es capaz de ofrecer cualquier
otro trabajador.
-Estamos
desesperados… Aceptaríamos cualquier cosa con tal de dejar de visitar las
oficinas de la SEPE…
¿Es o no es
así?
(¿Señores
empleadores, no les parecen motivos suficientes?)