miércoles, 9 de abril de 2014

Analfabetos, pero felices



La gente se queja hoy día de lo que pasa porque lo entiende. O sea, que como tuvimos una educación, podemos formarnos una opinión sobre los acontecimientos más o menos acertada.

Como entendemos, nos quejamos. Quizás menos de lo que deberíamos, puede que sí, pero algo de ruido hacemos. Y no somos felices… Porque entendemos.

La realidad (bien nos la den cruda o bien aderezada con brotes verdes) se nos atraganta y hace que se nos salten las lágrimas. Pero estamos de enhorabuena, porque esto no va a volver a pasar.

No, porque si para entender lo que pasa hemos tenido que recibir una formación, con los recortes en educación la infelicidad se acaba. ¡Qué chollo!

¡Adiós, ciudadanos amargados! ¡Hola, nuevas generaciones felizotas!

De analfabestias, dirán algunos. Ya, pero felices, que es lo que al fin y al cabo importa, ¿no?

¿No os dais cuenta? Vosotros no tendréis hijos (porque con el pan que traen bajo el brazo no da para mucho), pero los que sí que los tengan (por inconsciencia y, en menor grado, por disponer de eso que en los libros de economía llaman dinero) jamás se tendrán que preocupar de que sus hijos sufran como ellos hicieron antes…

Que puede que haya crisis, sí. Que puede que privaticen hasta el papel higiénico, también. Que puede que se líe parda porque un país se anexiona una parte de otro así por las buenas de la noche a la mañana y los demás países deciden coger una vela en el entierro… ¿Por dónde íbamos…?

¡Ah, sí! Puede que todo eso pase, pero como no tendrán educación, no entenderán, y si no entienden no sufrirán, y si no sufren serán felices.

Como no se puede echar de menos aquello que no se ha conocido, se acabarán los problemas: ¿quién va a protestar por los derechos sociales en el nuevo mundo, si nadie sabe de qué van?

lunes, 7 de abril de 2014

Por qué es bueno contratar a personas con poca o ninguna experiencia



Nuestra generación está muy familiarizada con el círculo vicioso: “Como no consigo un trabajo no tengo experiencia. Como no tengo experiencia no consigo un trabajo”.

Aunque lo cierto es que, quien más quien menos, algo de experiencia tiene, porque nadie se ha pasado toda su vida de brazos cruzados. Todos, en mayor o menor grado, hemos currado alguna vez: durante los veranos, en campañas navideñas, meses sueltos, unas prácticas… tanto en nuestras especialidades como en otros sectores.

El problema es que nuestra experiencia nunca les parece suficiente a quienes ofertan los pocos empleos que se ven por ahí hoy en día.

¿Cómo podemos hacerles entender de una vez que no podemos tener más si son ellos los que no nos contratan?

Por lo visto no se puede…

Por eso, quizás deberíamos enfatizar en otros puntos a nuestro favor que sean capaces de minimizar los efectos de la falta de experiencia.

Ahí van algunos. Por ejemplo, como hemos trabajado tan poco:

-Nuestras ganas de hacerlo son inmensas. Estamos deseando firmar un contrato y, por eso, nuestro entusiasmo es contagioso.

-Aún no tenemos nociones suficientes como para valorar la forma de hacer las cosas. Es decir, jamás criticaremos a una empresa por hacer las cosas así y no “asá”. Es más, la empresa que nos acoja podrá moldearnos a su imagen y semejanza.

-Para poder optar a un empleo hemos continuado formándonos sin descanso. Lo que significa que acumulamos una ingente cantidad de conocimientos sobre nuestras áreas particulares y sobre otras que nada tienen que ver… Estamos especializados al máximo, pero también somos muy versátiles.

-No tenemos ideas preconcebidas sobre el mercado, el sector, los competidores… Sino que poseemos una visión mucho más abierta que nos permite llegar donde los grandes expertos no alcanzan debido a sus perjuicios (fruto de su mucha experiencia).

-Estamos deseando hacernos valer, lo que se traduce en mucha más entrega, compromiso, dedicación y productividad por nuestra parte de las que es capaz de ofrecer cualquier otro trabajador.

-Estamos desesperados… Aceptaríamos cualquier cosa con tal de dejar de visitar las oficinas de la SEPE…

¿Es o no es así?

(¿Señores empleadores, no les parecen motivos suficientes?)

martes, 1 de abril de 2014

No encontramos trabajo porque no abrimos nuestras miras...



Hemos estado pensando que, tal vez, no encontramos trabajo porque tenemos unas miras muy cerradas…

Es decir que, bueno, nos hemos conformado con buscar entre las opciones habituales y no hemos ahondado en el universo laboral lo suficiente como para encontrar vías alternativas.

Quién sabe, a lo mejor existen industrias que buscan personal desesperadamente, pero no hemos dado con ellas porque pecamos de demasiado tradicionales. Nos hemos puesto a pensar y se nos han ocurrido unas cuantas ideas.

Por ejemplo, Abscisa, que es de hacer poco ejercicio, podría presentarse como modelo de “antes”. O sea, posar con su tripa fláccida para representar el antes, y que otra se curre los abdominales con la máquina de turno para ser el “después”.

Ordenada, por ejemplo, que ha pasado una temporada en Alemania, podría postularse como “catadora de cervezas” y decirle al mundo cuál es más sabrosa y refrescante, si la Mahou o la Augustiner Hell.

 
También se nos ha ocurrido que, si nos compramos un vestido llenito de lentejuelas o flecos, podemos lucir sonrisa y ejercer como ayudantes de un mago. O comprarnos un disfraz de animal, colocarle encima una camiseta de algún equipo y trabajar como mascotas para un club deportivo.


   
Y otro más que, como no nos demos prisa, nos lo van quitar de las manos: probador de preservativos. Sobran las explicaciones.

  
Uno que podría ser curioso es el de diseñador de ropa para muñecas (¿os imagináis pasarse el día dibujando modelitos para la Barbie y conseguir que no vaya de rosa?).




Y el último que se nos ha pasado por la cabeza es el de plañidera. Hoy en día no se lleva, pero cobrar por llorar en actos públicos o privados tiene que ser muy fácil. Total, con los tiempos que corren, ¿a quién no se le ha escapado una lágrima al ver las noticias?

  
Ahora, solo hay que investigar dónde dejar el currículum y sentarnos a esperar las entrevistas.